viernes, 8 de junio de 2007

EN EL CERRO DE SAN MIGUEL Parte 1

A peticion de T3mo y porque me lo ordeno aqui esta mi post de la semana, perdon por hacerlo ya no de manera tan continua pero el trabajo me absorve. Este pequeño cuento esta escrito a dos manos, asi es esta escrito por su servidor y por Arturo Marquez Ruano Saludos a todos y nos leemos pronto.

Hace muchos años cuando San Miguel Acambay, Hidalgo era todavía un pueblito de unas veinte casas esparcidas por todos los magueyales y nopaleras, cuando los niños lloraban sin cesar por las madrugadas sin causa o motivo aparente, y se escuchaban ruidos extraños en las laminas de los jacales, sucedió algo que nadie ha sido capaz de olvidar. Fue en una noche totalmente oscura y sin estrellas, nadie recuerda la hora, pero don huicho dice que eran como las dos de la madrugada, cuando vio que jacinto caminaba por la vereda que va a dar derechito a las faldas del cerro de San Miguel, nadie sabe que es lo que iba pensando, casi todo el pueblo lo vio, caminaba de manera extraña y con lo ojos vidriosos y perdidos en el tepetate, al rededor de el giraba un polvo extraño parecido al de tamo de olote; solovino el perro de doña cata le ladro repetidamente; fue por eso que chente, el hijo del tata Pedro asomo a la ventana y le grito

- Chintooo!!!!! a ‘onde vas a estas horas cabron?

A pesar de haber gritado fuerte no hubo respuesta alguna por parte de jacinto; el perro seguia ladrando lo que, provoco que los demas perros ladraran al mismo tiempo.

Los ojos de Jacinto parecian fuera de si y estaban de un color rojo como si se le hubiera metido el mismo diablo, paso por casa de lupita y el olor del nixtamal hizo que se parara un momento y comenzo a olfatear como lo hacen los nahuales.

Siguio caminando hasta que llego al pirul donde dicen que un charro negro baila todas las noches de San Juan y se lleva a las mujeres mas guapas de San Miguel y del Demacu. Siguio tan sumido en sus pensamientos que no dio cuenta de que Adela, su esposa jugueteaba con Juan el tlachiquero en la hierba; Adela al ver a su marido se puso renerviosa y le dijo:

- no chinto, por favorcito no me pegues piensa que tu te cogias a las putas de doña Lupe y yo nunca dije nada.

pero, jacinto no volteo siquiera a verla y siguió su camino,

Juan por el temor de haberse sentido descubierto se le echo encima con una piedra y le dio de golpes en la cabeza, ante la agresión, el cornudo solo dio un manotazo a Juan quien cayo inconsciente a la hierba después de haberse pegado en la nuca con un leño que llevaba en su morral, cuando comenzo a sangrar; Adela bajo del cerro gritando por el susto que le causo el sentir que un chorro de sangre que se habia metido por un hoyo que habia en la suela de sus zapatos.

Al oirse los gritos de Adela, la gente del pueblo prendio sus velas y antorchas para ver que es lo que ocurria, Adela les conto lo que habia pasado, todos los vecinos menos chente que por temor a que lo lincharan por andar metiendose con las mujeres del pubelo, subieron al cerro para ver lo ocurrido y cuando vieron a Juan tirado en la hierba, decidieron buscar a Jacinto y llevarlo ante las autoridades de San Salvador. Buscaron y siguieron buscando hasta que doña cata vio como una silueta se metia por la cueva del diablo; y fueron para la cueva y casi cuando iban a llegar a la entrada se sintio un escalofrio acompañado de un fuerte aire que apago algunas antorchas y a todas la velas.

Por la obscuridad que reinaba casi no se notaba quien era quien dentro de toda la multitud, Justo cuando algunos de los que iban en busca de jacinto sintieron miedo por que decian que eso habia sido cosa del demonio, se escucho un grito muy agudo seguido de risas diabólicas ante esos sonidos, la gente corrio a esconderse detrás de las jarillas, los magueyes y uno que otro matorral que cubria parte del cerro fue entonces cuando casi todos vieron unas llamaradas muy fuertes que provenian de la cueva, porteriormente las llamas se vieron un poco apagadas y justo en ese instante salieron unas bolas de fuego que avanzaron hasta la punta del cerro, la gente se asusto por que vieron que se llevaron a Jacinto, y este lanzaba terribles gritos.

Doña Carmelita, la partera del pueblo dijo al resto de la población que era hora de terminar con la horda de brujas que azotaban al demacu y mando a juvenal, su nieto, por unas tijeras, sal, y unos alambres del corral de las gallinas para espantar a las brujas.